martes, 5 de junio de 2018

¿ES MI AMIGO SPOTIFY?


Hace más o menos un mes bajé al teléfono la aplicación Spotify para ver que tal funciona la famosa transmisión (streaming)  para escuchar la música "desde y cuando yo quiera".
Aclaro que aún pertenezco a la gente antigua, que guarda y/o conserva  la música en discos compactos, cintas de casetes y hasta discos de vinilos. Artículos que para un "Millennial" son cosas que ya no se usan.
Bien. 
Volviendo al Spotify comencé a vitrinar la música de Chile. De inmediato comprendí la organización del negocio. Los primeros que aparecen son las nuevas promesas de la música chilena, la tropa de tetones al servicio de las transnacionales. No los voy a nombrar, la verdad no me interesa. Pero están ahí, ellas y ellos, con sus caretas de maniquíes cocainóman@s diciéndome "Si no te gusta nuestra música, mala cueva, es lo que hay, ahora escucha nuestras bellas creaciones".
Los salto. Obvio. No tengo tiempo para perder.
Primero. 
Estoy en modo "Spotify Free", lo que quiere decir que es gratis y por tanto no puedo elegir la canción que quiero escuchar. Si no que esperar lo que Spotify me envía de algún disco o compilación que seleccioné. Esto se llama selección aleatoria. En buen chileno, escucho a la pinta del sistema.
Segundo.
A cada rato aparece un anuncio comercial o una canción que la aplicación te recomienda escuchar.
Tercero.
La música no es HQ (Alta calidad). Para disfrutar de esa maravilla se paga. En todo caso en la versión free se escucha bastante bien.
En definitiva si quiero oír las canciones de los músicos que me gustan debo pagar por medio del descuento de la tarjeta de crédito $3.900, algo así como seis dólares al mes. 

Hace más menos un año unos amigos me preguntaban por que no tenía mis canciones en Spotify.
Les respondo ¿Para qué? si están en Youtube y Bandcamp, que se pagan en el plan de Internet y no aparte. Por ende, esta aplicación -para mí- pasa a ser un bien suntuario.

Las chicas y los chicos de hoy siempre dicen "Yo jamás he pagado ni pagaría por música".
Es lógico si hoy el mundo es otro. Antes no existía Internet. Nosotros los que trabajábamos siempre dejábamos un porcentaje del sueldo para comprar música. Antes un caset o un CD bien ser podía regalo de navidad o de cumpleaños.

Y ahí están las bandas y solistas que escucho en sus soportes tradicionales. Si los quiero oír los pongo en el teléfono como MP3. Es mi música. Mi selección. Lo que me gusta escuchar.

Spotify como todo comercio, será mi amigo siempre y cuando le tenga que pagar por serlo. 
Y como todo amigo falso, fue desechado.

Seguiré funcionando de modo tradicional.