martes, 17 de marzo de 2020

Luna de gusano

Foto: R.Toledo

La noche del 9 de marzo de 2020. 

Y ahí estaba, hermosa. Con sus cráteres y sus sombras. Su cara, iluminada más que nunca. Su brillo iluminó la zona centro de Santiago. La luna de gusano estaba en su perigeo, es decir, se acercó a la tierra para que la miráramos más de cerca. Soberbia y única, nos vino a recordar lo pequeños que somos. Y que por cierto, ella lo ve y lo sabe todo.

Le llaman luna de gusano porque en el hemisferio norte el invierno ya termina y la tierra comienza a ablandarse evidenciando la llegada de la primavera. Los hielos se derriten provocando que las lombrices salgan de la tierra y los pájaros bajen a comer. Nosotros en el sur, ya comenzamos a percibir los vientos del otoño. 


lunes, 9 de marzo de 2020

Crónica de Quilpué - Kenlly Rover y Cia.


Foto: R. Toledo

Domingo 23 de febrero. 11:30 AM.

Mi socio Felipe Ogaz  conduce por la ruta 68 en dirección a Villa Alemana.
Minutos antes habíamos parado en el servicentro para cargar combustible y tomarnos un refresco. El día estaba soleado y los últimos vientos de febrero relajaban el ánimo. Volvemos a la ruta.

-¡Buena, el peaje está a luca! dice Felipe. 
-¡Vamos no más compipa, fuerte y derecho!
-¡Démosle compipa Rrrrrrrrrrrrrrrrrr!

La carretera cambió de cielo al pasar el túnel Lo Prado. Un gris de litoral que advertía medio día nublado. Salimos de la carretera por la ruta Lo Orozco. El camino se estrecha y el verde se comienza a apreciar entre cerros. Un valle de campo, gallinas, gente mirando los vehículos desde la reja de su casa. Entre las curvas del camino, por fin aparecemos en el centro de Villa Alemana. Ya es hora de almuerzo. Ingresamos al mercado pero nada, solo frutas, verduras y uno que otro pescado que nos miraba con la boca abierta. Llegamos a un restaurante llamado nada menos que "la biblioteca". Saludamos a un parroquiano que está tomándose  su medio pato dominguero.  Los hombres, todos de la tercera edad, están ahí mirando el fútbol. Nos sentamos y el regente nos ofrece algo para tomar. 

-¡Queremos almorzar! - Pregunta Felipe.
- ¡No... solo para tomar, es domingo y no viene la maestra!

Nos vamos del lugar y entramos al local de la esquina. "la donna". Ahí nos estacionamos y nos mata el hambre un caldo y unas empanadas de mariscos. 
Kenlly Rover y sus Boys tocan a las 18:00 en Quilpué. Aún hay tiempo y con mi socio vamos a recorrer la vieja estación de Villa Alemana para tomar algunas fotos.

-¡Esta estación tiene más de 100 años....cuando yo era chico ya estaba! Dice un señor que está en el lugar sentado bajo un árbol capeando el sol. 
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Nos vamos a Quilpué. 
Un agradable viento nos recibe en la plaza. La municipalidad está algo quemada. Son las consecuencias de la revolución del 18/O en todo Chile. 
Llegamos al bar "trotamundos" en la calle Aníbal Pinto. El afiche de las bandas del evento presenta a Molek, Mortenzen y Kenlly Rover (todos de la quinta región). Con Felipe nos llama la atención que los chicos estén compartiendo el cartel junto a Javiera Parra, mejor dicho, Javiera Cereceda y otros taquilleros de la música chilena. Nos saludamos con abrazos, tenemos sabor a sorpresa por estar ahí. No estaba con los chicos hace un año y nos sentamos a esperar y ver la prueba de sonido de las tres bandas. Ya son las 19:00 y la temperatura comienza a bajar. Decidimos salir del lugar y vamos al auto a buscar un chaleco y de paso tomarnos un café mirando la calle lateral del ayuntamiento. Volvemos a la tocata y un rato después Kenlly Rover, Gaston Cereceda, Marcelo Salazar y Exequiel Astorga abren los fuegos. Todos esperan un golpe de tarros y riffs con distorsión, pero al contrario, la suave melodía de la canción "Ornella Muti" conecta con la audiencia que ya ha llegado a sentarse y pedir algún picoteo con algo para beber. La mayoría es gente sobre los 25 o 30 años de edad. 

Me cuesta hablar de la música, pero lo que Kenlly y compañía están haciendo es música con melodía pop. No tiene que ver con el rock duro de poleras negras (que como "Xuxa" adoran a "Satán") con lentes oscuros, tufo a cerveza y lengua dura de falopa. La música de los chicos es bonita, canciones con momentos eclécticos, pero no pegados hasta aburrir. Desarrollan una estructura de más o menos cuatro compases  para resolver las melodías dentro de una regla rítmica de medios tiempos. A veces se apuran como en el tema "Nirvana". Pegajosa canción con un excelente riff. Gastón Cereceda luce eficiente junto a Marcelo "Bigote" Salazar que pasa de la batería a tomar el bajo, lugar e instrumento del ex-integrante Sebastián Cataldo. La batería la asume hoy Exequiel Astorga, el preciso hombre que  se ocupa de tocar y ocupar los tambores haciendo que los tresillos se distingan. Y esto último lo digo porque el sonido esa tarde, tal vez respecto de las cuerdas, pudo estar mejor, pero la batería sonaba precisa. Astorga es un batero de esos tranquilos. No mueve mucho los brazos ni necesita quemar grasas. Está pendiente de hacer sonar su instrumento no solamente para hacer la base rítmica, si no también para aportar su color. Los presentes lo escucharon y lo aplaudieron de buena gana, me incluyo. 
Kenlly va tomado de la mano de puros capos. 

Cuando terminaron de tocar subimos al "backstage" de la terraza. Felipe se quedó a ver a Molek y Mortenzen. Yo estaba con una limonada en mano para compartir las impresiones de los músicos en su presentación.  

El sol ya había caído y decidimos volver. Nos despedimos de los amigos. Al caminar hacia la plaza donde estaba el vehículo nos pide unas monedas un personaje conocido, era nada menos que el "loco Alfaro", el protagonista de la portada "Sikiatrico" ,el último disco de Kenlly. 
Tomamos la ruta de Lo Orozco en dirección a Santiago. Ya era de noche. Una vaca a un costado del camino y en medio de la oscuridad. No hay caso. Los letreros camineros lo advierten.
Fue un domingo entretenido para comenzar a despedir el verano de 2020.